Desde pequeña me encanta visitar los mercados, recuerdo ir con mi abuela a comprar al Mercado del Ninot en Barcelona.
Foto antigua del mercado del Ninot |
Todos los puestos tenían una repisa para poder dejar la bolsa o cesto y así no ensuciarlo. En el centro del mercado estaban los puestos de pescado, la luz ambiental era más tenue que en el resto del mercado y cada uno se alumbraba con focos cuya luz iba directamente al pescado, los cuales estaban expuesto de una forma casi teatral.
Ya en la calle había una zona al aire libre donde estaban los payeses que traían sus productos de la huerta .
Qué decir del Mercado de La Boquería, los puestos de verduras y setas son bodegones dignos de pintar.
En este mercado hay un bar que se llama "Pinocho", donde a media mañana se ve gente comiendo, por ejemplo un plato de judías del "ganxet", pequeñas y suaves, sólo cocidas, aliñadas con un poco de aceite de oliva y con chipironcitos a la plancha por encima, bueno, qué deciros, una auténtica delicia!! o bien gente tomando simplemente una copa de cava.
También recuerdo el de Santiago de Compostela, los puestos de las marisqueras con el marisco, recién cogido y gritando para captar tu atención o los puestos de carne de cerdo, con todos los despieces colgados, la careta de cerdo, los lacones, etc
En Madrid, hace unos años, se recuperó el Mercado de San Miguel para puestos de degustación.
Se puede tomar un buen aperitivo y tiene tal aceptación que siempre está lleno de gente.
El concepto es bueno, ya que la bebida es independiente de la comida, quiero decir, que coges una copa de vino en un sitio y te vas con ella a comprar unas croquetas o un canapé de salmón. La variedad es infinita, puedes degustar una ostras francesas, unos pinchos, encurtidos, pasteles y un larguisimo ect.
Considero que los mercados dan una visión muy fidedigna de la realidad del lugar y de sus gentes.
Marivi
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